Last call: One Planet
Los desafíos del impacto negativo de la industria de la moda en nuestro planeta.
Los desafíos contemporáneos a los que se enfrenta la industria textil y de la moda se han puesto en evidencia en los últimos años y uno de los más destacados es el impacto negativo que tiene en el medio ambiente. Esta industria a nivel mundial produjo alrededor de 2,100 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero en 2018, lo cual equivale al 4% del total global. La huella que tiene la industria en el cambio climático es una responsabilidad que requiere de nuevas propuestas de soluciones que se enfoquen en cada una de las áreas de la cadena de suministro, desde la concepción de un producto hasta su fin de uso, en donde tanto productores como consumidores sean parte del cambio.
En el reporte “Fashion on climate: How the fashion industry can urgently act to reduce its greenhouse gas emissions” publicado por McKinsey & Company en asociación con Global Fashion Agenda (GFA) se presenta un análisis de las emisiones de gases de efecto invernadero de la industria de la moda, además de un repaso por las áreas de oportunidad en las que estos actores de la cadena puedan reunir esfuerzos para alcanzar los objetivos medioambientales. En este mismo se menciona que para ayudar a mitigar el cambio climático, la moda necesitaría reducir sus emisiones de GEI a 1.1 mil millones de toneladas métricas de CO2 para 2030; mientras que en sus cálculos de crecimiento, se muestra que la industria está lista para sobrepasar su objetivo en casi el doble (2.1 mil millones) en 2030.
Las acciones de reducción de emisiones que se plantean incluyen recomendaciones para las tres grandes partes de la cadena de abastecimiento: los productores, las marcas y los consumidores. En la producción de materia prima, la inversión en tecnología en la maquinaria usada para la producción de poliéster puede ahorrar hasta un 20% de energía; de igual manera se pueden reducir los fertilizantes y pesticidas en un 40% al usar algodón orgánico. En cuanto al procesamiento de materia prima, es posible ahorrar a través del uso de energía renovable y mejoras en el proceso. Para minimizar los desechos de la producción y la manufactura, en la parte del proceso donde la fibra se convierte en textil, es factible que diseñando técnicas de corte modernas se pueda eficientar el uso de material; asimismo se asume un ahorro de energías del 30% por eficiencias en la mejora del equipo de aire acondicionado, calefacción y ventilación, así como máquinas de coser en conjunto con uso de energía renovables.
Las posibilidades que se le atribuyen a las operaciones de marcas comprenden reducciones en el uso de materiales convencionales, transporte, empaques, devoluciones de producto y sobreproducción. Uno de los puntos más importantes es mejorar el mix de materiales para reducir las emisiones, por ejemplo, aumentando el uso de materias primas sustentables que conllevan procesos de producción más limpios o al utilizar materiales reciclados en vez de nuevos. Respecto al transporte, se sugiere incrementar el uso de transporte sostenible, recalibrar la proporción del uso de transporte marítimo contra el transporte aéreo de toda la industria.
Utilizar contenido reciclado para el empacado reduciría en 20% los desperdicios causados por este proceso. Minimizar las devoluciones de producto y la sobreproducción podría reducir las emisiones en alrededor de 158 millones de toneladas en 2030, esto sería posible a través de una combinación de mejoras tecnológicas para predecir el tamaño, la forma y el cambio de comportamiento del consumidor y la demanda para reducir las compras con la intención de devolver y producir cantidades adecuadas a la demanda.
De las soluciones sostenibles actuales, el movimiento de estilo de vida zero-waste que popularizó Bea Johnson se basa en su filosofía de 5Rs en la que indica que el orden es importante: rechazar, reducir, reutilizar, reciclar y reintegrar. Gracias a las exigencias de sus consumidores preocupados por la urgencia ambiental, además de acciones para disminuir, la moda ha implementado nuevas maneras de producción y oferta en las que poco a poco se alinea a esta filosofía de no desperdicio.
Por ejemplo, modelos de servicios de alquiler como Rent the Runway o HURR Collective, ambos casos exitosos que fueron decayendo a consecuencia de la pandemia; o incentivos en tiendas de fast fashion en el que se ofrece un descuento del 15% a clientes a cambio de su ropa vieja. Existen también departamentos de reparación donde los clientes pueden traer ropa vieja para arreglar ya que se estima que prolongar la vida útil de una prenda en nueve meses reduce su huella de carbono, residuos y agua entre un 20% y un 30%. Plataformas de re-commerce como eBay, Vinted, Depop, Poshmark, ThreadUp y Twice se han convertido en propuestas vanguardistas pues juntan las necesidades del consumismo ético con la facilidad del comercio electrónico móvil convirtiéndose en un medio accesible tanto para revendedores como para los consumidores.
Se puede ayudar a impulsar los esfuerzos de descarbonización de la industria a través de las decisiones de compra. Cuando se les proporciona información, los consumidores pueden preferir productos con menor huella de emisiones, como los fabricados con materiales con bajo contenido de carbono. Los consumidores también pueden adoptar modelos comerciales circulares para prolongar la vida útil de los productos de moda y reducir las emisiones relacionadas con la producción al adoptar comportamientos sostenibles de uso y finalización del uso. Durante la fase de uso, pueden tener mejor cuidado de los productos reduciendo el lavado y secado, esta mejora en el comportamiento puede dar como resultado hasta una reducción del 11% en las emisiones. También se considera impacto en el reciclaje de productos, que puede reducir la incineración y los vertederos, y promover un consumo responsable en los mercados globales.
Así, el reporte Fashion on Climate distribuye el potencial para disminuir emisiones que genera la industria de la moda, una transición en la que el 60% de las acciones deben concentrarse en la cadena de suministro ascendente, 20% en la operatividad de las empresas de moda y el otro 20% en la concientización del cliente. Esta transición hacia una industria de la moda sostenible tiene sus retos pero la clave está en abordar estos problemas colectivamente, reconociendo el papel que cada quien juega en ese 4% del total de emisiones de gas de efecto invernadero anual.