MIRAR EL ARTE PARA ENTENDER LA MODA

MIRAR EL ARTE PARA ENTENDER LA MODA

Apunta el teórico y filósofo francés Gilles Lipovetsky, que vivimos en una época en donde se han roto las fronteras, culturalmente hablando; en la que se padece una suerte de hibridación entre las disciplinas producto de lo que él denomina, el capitalismo artístico. Por su puesto que entre esa hibridación encontramos el caso de la moda influida por las artes, pues citándolo, “la moda puede ser arte y al mismo tiempo en el arte contemporáneo hay obras que pueden ser objetos lúdicos, o relacionados con la moda”.

Por años la relación de mutuo diálogo entre ambas ha sido significativa y documentada, sin embargo entre los que conforman y practican la una o la otra disciplina no se ha llegado a un consenso sobre hasta qué punto la moda puede llegar a ser arte. 

Es bien sabido que sobre la industria pesa un lastre de frivolidad, superficialidad  y un modelo comercial demasiado apegado al consumismo, sin embargo debe tomarse en cuenta que se trata también de una expresión humana estrechamente relacionada con el entorno social y cultural, y por tanto resulta interesante analizar aquellos detonantes que han forjado la relación entre moda y arte.

En una introducción a la presentación de El imperio de lo efímero de Lipovetsky en 1990, el diario El País ya advertía  a la moda como un fenómeno y un paradigma  del sistema social a cuyos dictados no escapaba nada de lo producido por este sistema, incluso el arte, denotando así el intercambio transdisciplinario, basado en el placer estético en que se afincan ambas expresiones de la creatividad y el ingenio.

Aunque este estudio de principios de los 90 exponía a la moda como un paradigma altamente influyente en todas las capas sociales, su coqueteo con el mundo del arte es más bien añejo, y contrario a lo que Lipovetsky plantea, sobre que en la época actual las fronteras entre ambas expresiones se han diluido, existen casos que denotan que esa relación se cultivó con décadas de anterioridad.

Ya a finales del siglo XIX con el surgimiento de los primeros modistas de renombre y las casas de moda más antiguas, Worth, Poiret, Fortuny, Vionnet, Lanvin, surgieron a la par personalidades que estrecharon el camino entre la moda y las expresiones del arte. 

Mariano Fortuny, descendiente de una estirpe de pintores, fundó su casa de modas a principios del siglo XX, influido altamente por el arte grecorromano, la pintura de su padre y abuelo y la música de ecos mitológicos de Richard Wagner. Así mismo mantuvo lazos con el movimiento prerrafaelita inglés y formó parte del séquito de Luisa Casati, que reunió a diseñadores, artistas e intelectuales bajo su auspicio. 

“…vivimos en una época en donde se han roto las fronteras, culturalmente hablando; en la que se padece una suerte de hibridación entre las disciplinas”

Tras ese primer caso, pareciera ser que en los modistas surgió una necesidad imperiosa de “beber del arte”, de establecer alianzas estéticas con los artistas y de tomar referentes de ese ámbito para crear, tal fue el caso de Elsa Schiapparelli y Coco Chanel con los movimientos vanguardistas de la primera mitad de siglo, o posteriormente el arte de posguerra y creativos como Saint Laurent y Rei Kawakubo, esta última considerada una de las diseñadoras que han elevado la moda al nivel de expresiones como la escultura y la arquitectura, con sus formas deconstruidas, objeto de sendas muestras museísticas.

Sea como un acto para acrecentar su poder e influencia, las firmas de moda y sobre todo conglomerados de lujo han comenzado a cultivar esa relación en un forma de mecenazgo, promoción y difusión de las artes, una cuestión que ha habitado en las grandes fortunas como un medio para trascender al tiempo, una cualidad que sólo el arte puede otorgar.

Precisamente en ese acto de promoción y difusión encontramos aquellos  eventos que permiten desarrollar de manera orgánica el diálogo entre la moda y las artes, de donde emanan cuestiones como las tendencias que influyen en la forma en que es concebida la expresión en un período determinado y cimienta la relación entre ambas partes; esos espacios también permiten observar y analizar la propuesta en moda de los asistentes, que generalmente se mueven entre ambos sistemas y exhiben mediante su estilo y adopción de esas tendencias, su interpretación personal de la moda y el arte.

Aunque la moda sigue teniendo detractores sobre si catalogarla como un arte, o una disciplina digna de permanecer expuesta en un museo, lo que sí resulta evidente, y retomando a Lipovetsky es que la hibridación entre ambas sigue latente y con miras a ser trascendental.


Fernando De los Santos es redactor y creador de contenido junior y egresado del Creative Lab en Comunicación y Marketing para la industria de la moda y lujo de TALLER Fashion Development Project.