SHEIN: las dos caras del rey del fast fashion

SHEIN: las dos caras del rey del fast fashion

Para nadie es indiferente a día de hoy la monstruosidad (en términos amables) que representa la compañía China en el mercado de la moda rápida; para entender su capacidad de negocio habría que echar de ver los números que la han posicionado como el rey absoluto de ese nicho, desbancando a los otrora dueños absolutos de ese negocio, Zara de Inditex y H&M Group, aunque claro, parte de esa caída se debe al viraje de esas compañías hacia otros modelos de negocio, mientras Shein parece perpetuar el modelo de ultra consumo/producción con el cual aquellos dos revolucionaron el mercado.

15 billones de dólares es el valor estimado de una marca de la que pocos saben mucho. De la información a cuentagotas se conoce su fundación en 2008 en el este chino, en Nanjing, bajo la mente empresarial de tres hombres de los cuales sólo se reconoce a Xu Jangtian. A su modelo, un e-commerce absoluto, se debe parte de su éxito y su estado indemne de la “guerra comercial” con EE.UU y la pandemia actual, incluso le han reforzado. Tik Tok, su principal bastión comunicativo con 3.3 millones de followers ha creado un fenómeno de consumo mediante los #SHEINHauls, respaldados por bloggers e influencers de moda, a quienes se debe su posicionamiento dentro de los adeptos jóvenes.

Pero detrás de ese espejismo de éxito rotundo, Shein también es el blanco de numerosas investigaciones en torno a su producción desbordada en la región de Cantón y el empleo de mano de obra que roza el esclavismo y corrompe toda legislación, además del creciente cuestionamiento y desdén por todo aquello bajo el marco del concepto fast