El hechizo de Orlando: Llegó la era de la moda genderless

El hechizo de Orlando: Llegó la era de la moda genderless

Cuando en octubre de 1928 Virginia Woolf publicaba Orlando: A biography, quizás no imaginaba la influencia y repercusión que la obra ejercería dentro de la literatura del siglo XX y sobre todo en la rígida sociedad inglesa.

En Orlando, Woolf  planteaba la posibilidad de que un sujeto pudiera transgredir, cuestionar y trascender la barrera entre los géneros estrictamente definidos entre lo masculino y lo femenino, sin que esto influyera en la esencia misma e identidad del ser humano, dejando atrás todo prejuicio; la novela es pues un relato de la metamorfosis de un joven noble y caballero de la época isabelina en un viaje de cinco siglos por la historia inglesa que culmina con el caballero transformado en Lady Orlando. 

Por aquella misma época una ya reconocida Gabrielle Chanel definió la estética de la mujer moderna  basando la esencia de su maison en la  “usurpación” de elementos y prendas hasta ese entonces propias del armario masculino para adaptarlas al atuendo femenino. Y es que la moda a través de su historia se ha esforzado por deshacerse de todo rasgo moralino arcaico, coqueteando en no pocas veces con la posibilidad de trascender a los géneros y roles sexuales cultural y socialmente establecidos y decantarse por la androginia.

Fue en los años 60 cuando creativos como André Courreges acuñaron el término unisex en una etiqueta que definía lo usable para ambos géneros; en 1966 Yves Saint Laurent trajo de vuelta el esmoquin a su propuesta femenina, transformándolo en un símbolo de atemporalidad, refinamiento y la prenda sin género por excelencia.

En 1994 el magnate del underwear, Calvin Klein lanzaba al mercado CK One, una de las fragancias más exitosas de todos los tiempos, concebida bajo la primicia de aromatizar la piel tanto de hombres y mujeres bajo la denominación unisex; por esa misma década diseñadores tan disruptivos como Rei Kawakubo y Ann Demeulemeester concebían una moda que rompía con las definiciones tradicionales de los géneros, más encaminada hacia la funcionalidad y el resaltar los rasgos identitarios del individuo más allá de su sexualidad, fusionando el lenguaje de lo femenino con lo masculino, y dando a luz a una neutralidad purista tanto en formas como en colores.

Fue un movimiento más que una tendencia a la que se sumaron otros nombres como el de Yohji Yamamoto, Kenzo Takada y Rick Owens, acuñando el anglicismo genderless y que tras colecciones como la de Kawakubo para Comme des Garçons en 1995, hoy domina el panorama total de la industria de la moda.

El genderless se antepone a la denominación unisex pues en lo que muchos expertos y creativos convergen es que se trata más de un cambio en el pensamiento y la mentalidad, un intento de trascender los géneros binarios y, sobre todo, desprenderse de los prejuicios basados en aquello que “pertenece a lo femenino o lo masculino”, un acto de liberación.

Por el contrario, lo unisex ha permanecido más como un término aplicado a una etiqueta que representa un limbo entre los géneros binarios y que mayormente se balancea hacia uno de ellos y para muchos sujetos imposibilita una correcta visión de la neutralidad o la definición hacia la cual este individuo opta y que no se ajusta dentro del espectro femenino/masculino.

Portales y medios tan influyente como Vogue, WWD o The Business of Fashion han definido en numerosos artículos al genderless como el futuro de la moda, las estadísticas respaldan dichas declaraciones sobre todo con la cada vez más visible participación en el mercado de la llamada Generación Z, sector que ha mostrado mayor apertura en temas relacionados con su sexualidad y donde cada vez resulta notorio su acepción bajo definiciones como gender fluid, non-binary o agender.

Rob Smith, fundador de la plataforma Phluid Gender revelaba en entrevista para WWD que los consumidores “están cada vez más listos (para la moda genderless), especialmente los consumidores de la Generación Z, donde el 56% compra fuera de su área de género asignada”.

Por su parte el portal británico thred.com agrega estadísticas donde el 27% de los adolescentes británicos están inconformes con su género, mientras que un 81% creen que una persona no debería estar definida por él.  En cuanto al e-commerce, las búsquedas relacionadas con el término agender muestran un aumento del 33% en el último año.

Así la cuestión de la moda sin género se ha vuelto algo intrínseco a este sector, avivado por una mayor visibilidad a la causa LGBT+, donde actos como la violencia ejercida hacia las personas que optan por una vestimenta “contraria a la de su sexo biológico” y los esfuerzos por llevar al debate público la cuestión de las infancias trans y no-binarias son constantes. 

En 2015, un año crucial para la moda, la departamental de lujo londinense Selfridges abría en su flagship un espacio bautizado como Agender donde presentaba las propuestas neutras más visionarias, ese mismo año Alessandro Michele rompía paradigmas en Gucci con su redefinición del menswear, donde invitaba a una mayor apertura y fluidez entre géneros y Rick Owens hacía lo propio en su colección de otoño-invierno, caracterizada por la sobriedad cromática. 

El genderless migró como algo propio del lujo hacia sectores masificados de la industria como lo es el fast-fashion, así en 2017 marcas como Old Navy, Carters y Target eliminaban de su oferta las divisiones entre boys & girls del mercado de la ropa para infantes, optando por unificar las propuestas bajo un sello de minimalismo, funcionalidad y libertad por encima de diseños y motivos que encasillen a los menores dentro de las convenciones sociales.

Si bien, se percibe al movimiento de la neutralidad de género como el futuro de la moda, donde se busca una mayor comunión con las demandas de inclusión y visibilidad para sectores que no se identifican dentro del espectro cis-género o incluso nace como una manera de realentizar el frenético ritmo de producción y consumo de la industria y abogar por la sostenibilidad ambiental cuando diseñadores y casas de moda han optado por presentar sus propuestas de forma mixta, la respuesta de muchos de ellos y de consumidores sigue siendo tibia y se define por los prejuicios y miedos al cambio.

Sería factible ver qué sucede dentro de algunos años pues la moda genderless llegó para quedarse, como un auténtico hechizo de Orlando.

Fernando de los Santos es colaborador de TALLER y miembro de la comunidad estudiantil en el Diplomado en E-commerce, Marketing y Comunicación para la Industria de la Moda.