Hacia una relación ética entre las comunidades indígenas y la moda en México

Hacia una relación ética entre las comunidades indígenas y la moda en México

Con más de seis millones de personas que hablan alguna lengua indígena, de acuerdo con cifras del INEGI, México destaca mundialmente por su vasta diversidad cultural. Diversidad que se traduce en riqueza de tradiciones y conocimientos, entre las cuales nunca termina de asombrarnos la herencia textil de los pueblos indígenas.

 La vemos en los corredores de los centros históricos de prácticamente cualquier ciudad del país y en los aparadores de museos tanto nacionales como internacionales, pero también como prendas de uso cotidiano de muchas comunidades que aún mantienen vivas sus costumbres y formas de vida.

Si bien actualmente la tendencia nos invita a valorar las creaciones artesanales como productos de lujo, de una cosmovisión única y de procesos de manufactura antiquísimos, heredados por generaciones, es evidente que la desigualdad sigue presente en la relación que establece la industria de la moda con dichas comunidades.

Este panorama nos lleva a preguntarnos, ¿es posible una colaboración ética entre las comunidades indígenas y la industria de la moda? y de ser posible, ¿qué implicaciones tiene? 

Para responder a estas preguntas hay que mirar más de cerca el contexto de las comunidades indígenas a nivel nacional. De acuerdo con el último reporte de medición multidimensional de la pobreza del Coneval realizado en 2018, el 69.5% de la población indígena en México se encuentra  en situación de pobreza y el 27.9% en pobreza extrema.

Tomando en cuenta esta situación de desigualdad, una primera respuesta es la necesidad inmediata de que las llamadas “ colaboraciones” entre las comunidades indígenas y la industria de la moda se den en términos cien por ciento éticos, igualitarios, justos y socialmente responsables.

En México, la industria textil y de la confección dió empleo a 640 mil personas tan solo en el 2018,  y en 2019 ocupó el décimo lugar entre las actividades económicas manufactureras más importantes, de acuerdo con cifras de la Cámara Nacional de la Industria Textil.

Entonces, ¿por qué nos resulta tan complejo pensar en una colaboración dentro de estos términos?En principio debemos asumir lo que significa colaborar éticamente.

Un primer paso es entender que la colaboración tiene que ser horizontal, no puede basarse en la explotación de los recursos humanos o materiales para cumplir con un objetivo monetario, es decir, la colaboración debe beneficiar de forma equitativa a ambas partes y ser consensuada de forma transparente.

En el caso de las comunidades indígenas y su herencia textil, es importante valorar no sólo las técnicas y materiales empleados en cada pieza sino el significado cultural que hay detrás de ellas. Esto implica ampliar nuestra perspectiva, trascendiendo la apreciación meramente estética de los textiles hacia el reconocimiento del sentido y la importancia que tienen para las comunidades creadoras. El respeto y la validación de lo que para las comunidades representan estas tradiciones es el punto de partida para desarrollar una colaboración ética y socialmente responsable.

Parece obvio pero muchas veces se pasa por alto lo indispensable que es dar el crédito correspondiente a las personas creadoras y sus grupos de origen, pero también retribuirles de forma justa, tal vez una forma más completa de llevar a cabo una colaboración ética sea involucrar a las comunidades en los proyectos textiles y hacerlas partícipes de los procesos creativos, productivos y comerciales.

Esto ayudaría a fortalecer sus capacidades para en futuro exista la posibilidad de emprender proyectos propios, sin depender de un intermediario.

Tan importante es el reconocimiento de la propiedad intelectual y creativa de las comunidad indígenas como lo es su participación en cada etapa del proceso productivo. Con estas primeras pistas podemos comenzar a trazar una ruta hacia una colaboración ética entre las comunidades indígenas y la industria de moda mexicana.

Aída Zozaya es colaboradora de TALLER y miembro de la comunidad estudiantil en el diplomado Diseño Textil y de Moda con Enfoque Sostenible.