MODA EN JAPÓN: Lo mejor de ambos mundos

MODA EN JAPÓN: Lo mejor de ambos mundos

Por Emily Abigail Chávez Rosas

La cultura japonesa a lo largo de sus diez mil años de historia ha sido siempre una cultura fascinante por su conjunción entre modernidad y tradición, las cuales se reflejan en una sociedad marcada por los protocolos y las reglas, las cuales sin embargo se han relajado en lo que respecta a la moda, el vestir y el consumir. Fue a partir de los años noventa que se suscitó una apertura sin precedentes entre “el país del sol naciente” y la cultura occidental, que fue recíproca, esto debido al interés que los países extranjeros profesaban por la cultura popular japonesa, la cual estaba caracterizada por el manga, anime y la música,  dando pie a una habilidosa mezcla, traducida en la influencia de Occidente en la vida de la isla. 

El estilo japonés y la industria de la moda en ese país surgió entonces como una suerte de puente entre oriente y occidente, fenómeno que llegó a tal punto que incluso hizo que la cultura japonesa tuviera una mayor aceptación y consumo fuera del Japón que dentro del mismo.

En otro orden de ideas, podemos tomar en cuenta otros factores influyentes en el desarrollo de la moda japonesa: el sentimiento de orgullo y el boom económico que siguieron a la década de penurias inmediata al final de la Segunda Guerra Mundial. El conflicto bélico fue un punto de inflexión para la vida dentro de Japón, tras la derrota y la devastación siguió una “nueva oportunidad” para renacer de las cenizas y mostrar un “rostro” diferente hacia el mundo, distinto al autoritarismo y la seducción por el fascismo que marcó el período de Hirohito, la clave del éxito de este renacimiento radicó en la capacidad de utilizar la cultura popular como una fuerte seña identitaria. 

El intercambio cultural fue igualmente decisivo para la conformación de la industria de la moda en la isla, los intereses económicos de la misma apostaron a una nueva identidad vanguardista y excéntrica que funcionó muy bien entre las décadas de 1960 y 1970, abriendo camino a la generación de diseñadores japoneses que marcharon a París: Kenzo Takada, Rei Kawakubo, Issey Miyake y Yohji Yamamoto. 

Aunado a esa cimentación de la identidad estética de la moda nipona no puede ignorarse la influencia norteamericana, sobre todo en lo que respecta a las formas de producción y consumo que permitieron florecer a un número importante de medianas y grandes empresas del sector textil, semillero para bastiones de ese ámbito como Uniqlo, no obstante a las influencias exteriores, la imagen nipona perpetuó a toda costa su autenticidad.

Actualmente y de acuerdo con muchos medios influyentes en la moda, sería muy difícil definir al estilo japonés como algo estático ya que es simple, original, lleno de color, pero a su vez, minimalista, atemporal y discreto. La moda japonesa logró salir de la isla con Kenzo Takada a finales de los sesenta y con Miyake, Yamamoto y Kawakubo, estos últimos debutando en París en 1981, revolucionando las normas que consagraban la moda occidental en ese entonces y desmontando todos los cánones en una suerte de anti moda  y reinterpretación vanguardista. Su repercusión en Japón, sobre todo entre las generaciones más jóvenes gestó un modelo de “culto” en el que los adeptos viraron hacia un modernismo conceptual, abandonando de a poco el tradicionalismo férreo y originando diversas subculturas con estilos únicos como el decora con colores extravagantes; visual kei que poseía ecos punk, la hipersexualización naïf de las lolitas inspiradas por la época victoriana en el y la contracultura mori, inspirada por la naturaleza.

El inicio del lujo en Japón

Después de la reestructuración que tuvo el país a mediados del siglo XX,  en el nuevo milenio el país se convirtió en uno de los polos principales para la  moda de alta gama proveniente de occidente. 2003 fue un año crucial en lo que respecta al mercado de lujo en Japón, al inaugurar Luis Vuitton su tienda insignia en el barrio de Ginza, sentando las bases para espacios de compra únicos que poseían experiencias y hasta líneas de productos creadas expresamente para el público nipón, convirtiendo al país en el terreno fértil para una  nueva manera de entender el retailing.

Durante la primera década de los dos mil Japón representaba el 20% de las ventas mundiales de Christian Dior y 5% de las de Prada, no obstante el subsecuente auge económico de China y su influencia como potencia en Asia lograron eclipsar al mercado japonés en un período de diez años, hasta que entrada la segunda década comenzó un renacimiento de lo japonés, en parte por la fiebre en torno a los Juegos Olímpicos de Tokio y a diseñadores como Nicolas Ghesquière de Vuitton, Riccardo Tisci de Burberry y Jonathan Anderson de Loewe, quienes incorporaron el manga y los personajes animados de la cinematografía animada en colecciones que a su vez comulgan con el espíritu vanguardista y tecnológico que también ha caracterizado a Japón, en la forma de colecciones cápsula o colaboraciones, como la de la firma española y el histórico Studio Ghibli, que poseía ecos de aquella exitosa colaboración de Takashi Murakami y el Vuitton de Marc Jacobs, cuando “lo japonés” se convirtió en sinónimo de cool dentro de la moda.

Diseñadores japoneses –Shinrin-yoku 森林浴

Los y las diseñadoras japonesas han sabido adaptarse a la vida moderna y en sus creaciones plasmar una nueva noción de belleza, así como la aceptación del crecimiento y decadencia que ha atravesado el país a lo largo de su historia. Muchos han abierto terreno para consolidar a la industria japonesa como una de las más importantes.

Una de las diseñadoras más reconocidas en la industria japonesa es Rei Kawukubo fundadora de la marca Comme des Garçons y del concepto Dover Street Market, fundadora de un movimiento de ruptura caracterizado por el vanguardismo de siluetas y la conceptualización detrás de sus colecciones y desfiles, cuya filosofía fue emulada por su contemporáneo Yohji Yamamoto y un séquito de aprendices entre los que destacaron Junya Watanabe, Noir Kei Ninomiya y los europeos como Martin Margiela y “Los seis de Amberes”.

Otro de los grandes diseñadores “Made in Japan” fue Issey Miyake, fallecido recientemente, cuyos  diseños vanguardistas unieron la artesanía japonesa y las técnicas más destacadas de la costura europea con referentes como Givenchy y Vionnet. 

Del lado contrario al exacerbado vanguardismo y rigor minimalista de los anteriores se situaba Kenzo Takada, el único de ellos formado específicamente en moda, que con su traslado a París a finales de los 60 puso en el radar de la moda internacional al estilo y la creatividad japonesa, mediante una propuesta caracterizada por su color y estampado, que le generaron respeto entre colegas como Sonia Rykiel y Karl Lagerfeld, inaugurando la etapa de poderío e influencia del sello “Made in Japan” hasta nuestros días.


Emily Chávez es miembro de la #ComunidadTALLER, adscrita al creative lab en Historia, teoría y crítica de la moda y colaboradora en el Research Lab de TALLER Fashion Development Project.